La carne cultivada no está modificada genéticamente, sino que es producto de la multiplicación in vitro de las mismas células que producen la carne en el animal. El objetivo es imitar el nicho ambiental in vivo para crear un músculo comparable al tejido nativo. Así, obtenemos un sustituto de la producción de carne tradicional con amplias ventajas en el proceso productivo y en materia nutricional.
Para llevar a cabo el proceso de cultivo, en primer lugar es necesario recolectar células animales que se encuentren en el tejido nativo del animal. Una vez obtenida la muestra, se deben aislar las células satélite (células encargadas de crear un nuevo tejido muscular cuando ocurre un daño en el músculo) y cultivarlas con el fin de multiplicarlas. Luego de obtenida la cantidad necesaria se las estimula para que se fusionen y formen fibras de tejido muscular.
Por otro lado, es necesario contar con un medio de cultivo que contenga todos los nutrientes que las células requieren para crecer y multiplicarse. Los actualmente utilizados contienen componentes inorgánicos y orgánicos que incluyen carbohidratos, aminoácidos y vitaminas.
Finalmente se requiere una matriz tridimensional que imite el entorno natural del músculo nativo. Además tiene que tener las características apropiadas para permitir la adhesión celular y la posterior proliferación y desarrollo de tejido muscular.
El bioprocesamiento que en sí mismo puede ser considerado en cuatro instancias, consta de: la multiplicación de células, la formación de las fibras musculares, la fabricación del producto y la valorización de los residuos. La División Bioingeniería de Laboratorios Craveri es, actualmente, la única planta Elaboradora de Productos Celulares tipo II (EPC II) habilitada por el INCUCAI para realizar preparaciones celulares que requieran de un grado importante de manipulación.